jueves, 4 de febrero de 2010

¿Flexibilizar o abaratar el despido?

Menuda polvareda están levantando las declaraciones del empresario gallego Adolfo Domínguez. En este país, cuando alguien habla de “flexibilizar” el mercado laboral, enseguida le saltan al cuello. Son muchos los que mencionan el concepto “flexibilidad” y cuando llegan las reacciones reculan, suavizan el concepto o simplemente se niegan a hablar de ello (como lamentablemente hace la oposición, más preocupada por recortar puntos al Gobierno en las encuestas que por poner encima de la mesa sus medidas para resolver la crisis). El PP sabe que hablar de “flexibilizar” el mercado laboral (o peor aún, “abaratar” el despido) resta votos en su obsesión por asaltar la Moncloa.

Si no es cuestión ni de “flexibilizar” ni de “abaratar”. Si queremos volver a generar empleo (¡mucho empleo!) a corto plazo tenemos que ir hacia modelos laborales similares a los anglosajones. Como ha dicho Adolfo Domínguez sin morderse la lengua, “implantar un despido libre, sin trabas administrativas ni judiciales en el mercado laboral para que la gente se gane cada día su puesto de trabajo”.
"Todas las medidas que se tomen para hacer más fácil el trabajo del emprendedor se reflejarán en una menor tasa de paro. Los empresarios necesitan libertad para reorganizar sus empresas y que no les cueste una barbaridad prescindir de un individuo que no contribuye a la productividad".

El mercado laboral no es un mercado; porque no hay libertad ni equilibrio entre demanda y oferta. Un empresarios debiera poder prescindir de quién quisiera y un trabajador debiera poder dejar de trabajar en una empresa cuando le diera la gana. El primero no puede hacerlo porque en ocasiones (sobre todo ahora en tiempos de crisis) no dispone de recursos económicos para pagar indemnizaciones (hay casos de cien mil, doscientos mil o trescientos mil euros) o la ley se lo impide; y los segundos no son libres de mandar a la porra a sus empresarios cuando éstos no satisfacen sus expectativas porque un mercado tan poco flexible como el español apenas generar oferta de empleo (y algunos trabajadores tienen que aguantar carros y carretas).

El escenario ideal para hacer prosperar la innovación, las ideas, el talento, la generación de valor, el desarrollo de nuevos productos y servicios avanzados, la creación de un nuevo modelo productivo. Un mercado laboral con leyes, agentes y comportamientos más propios de la revolución industrial que del siglo XXI.
Adolfo Domínguez ha dicho que no cree “"en un sistema que permite que alguien se coja la baja un año por depresión, la mayoría de las veces fraudulenta, se reincorpore y tenga 30 días de vacaciones". Es uno de los muchos defectos del sistema. Sobre todo cuando el gran problema de la empresa española se llama productividad.

No hay comentarios: