jueves, 26 de marzo de 2009

Las grandes reformas que necesita España para salir de la recesión

El Consejo Asesor Editorial debatió sobre cómo deben abordarse los problemas estructurales de la economía española. Acabar con las trabas administrativas y reformar el mercado laboral fueron algunas de las apuestas.
El Consejo Asesor de Expansión y Actualidad Económica intercambió puntos de vista sobre las grandes reformas económico-institucionales que España debiera acometer para facilitar que la recuperación económica, todavía lejana, llegue antes y, sobre todo, tenga una base sólida.
El debate contó con la presencia como expertos invitados de César Molinas –autor del artículo ¿Qué reformas necesitamos? que publicó EXPANSIÓN el 10 de febrero– y Juan José Dolado, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III.

Por fortuna, hay ya algunos indicios aislados que apuntan a un posible cambio de tendencia económica en Estados Unidos y, acaso, en algunos países de la Unión Europea. De ahí los recientes y todavía cautos anuncios de los presidentes del BCE y de la Reserva Federal de que el suelo de la actual recesión podría tocarse pronto.

Por desgracia, ese eventual cambio de tendencia de la economía internacional, incluso si llegara a confirmarse, tardará mucho en llegar a España, que sólo logrará empezar a crear empleo neto cuando su PIB vuelva a crecer por encima del 2%. Ese desfavorable panorama en el futuro inmediato no debiera ser óbice para que España aborde algunas reformas básicas que no propiciarán la recuperación, pero que aparecen como inevitables y, en algunos casos, facilitarán que la futura recuperación sea más intensa y duradera.

La opinión dominante fue que las reformas institucionales más prioritarias relacionadas con la economía son dos: La simplificación administrativa (reforma de las Administraciones Públicas y restauración del mercado interior español) y la reforma del mercado de trabajo.

Trabas administrativas
La actividad económica en España –y de forma especial la relacionada con la creación y funcionamiento de las empresas– está sujeta a un gran cúmulo de autorizaciones de distintas Administraciones, tanto estatales como autonómicas y municipales. La aspiración de que crear una «ventanilla única» que centralice y acelere la obtención de todas, enunciada con reiteración por todos los Gobiernos durante décadas, no se ha hecho realidad.

La supresión de autorizaciones administrativas superfluas no es una mera cuestión de reducción de costes y duplicidades, sino también de lucha contra la corrupción: «detrás de cada papel superfluo hay una mano». Está relacionada también con la reforma de la Administración, que ha crecido al compás de la reglamentación creciente.

La sobre-reglamentación de la actividad económica en España, lejos de atenuarse, se ha ido agravando como consecuencia del desarrollo del Estado de las autonomías, que desde el punto de vista normativo ha tendido a fragmentar el mercado interior español en 17 mercados.

En ese agravamiento ha tenido un papel, a juicio de algunos, el Tribunal Constitucional, que desde fecha temprana sentó una jurisprudencia que interpretó de forma restrictiva el alcance de las competencias del Estado para fijar la «legislación básica» (p.ej. en materia de transporte, aguas, urbanismo u órganos rectores de las Cajas de Ahorro).

También la tuvo, a juicio de otros, la decisión política de equiparar los techos competenciales de todas las comunidades, equiparándolas a las de las llamadas regiones históricas. Esa proliferación del poder autonómico ha llevado a que en muchas negociaciones entre los Ministerios y las comunidades autónomas, los funcionarios del Estado actúen con cierto «complejo de inferioridad».

En el ámbito universitario, ha provocado el fenómeno de hipertrofia y fragmentación autonómica. En las Cajas de Ahorros, ha agravado su politización. Algunos, en suma, consideraron preciso analizar qué aspectos de ese proceso de fragmentación del mercado interior español son reversibles.

Frente a ese diagnóstico pesimista, otros destacaron que no se deben exagerar los inconvenientes del Estado autonómico, que ha permitido que las comunidades prestaran mayor atención a sectores descuidados por un Estado central distante (p.ej. red local de carreteras).

En materias como el doble etiquetado de productos de consumo, el sistema establecido no ha suscitado graves dificultades. Además, se han dado pasos recientes en la supresión de ciertas autorizaciones autonómicas –p.ej., para la apertura de hipermercados–. La financiación opaca de partidos políticos y actuaciones administrativas, con ocasión de las licencias, autorizaciones y concesiones se da también en otros países industrializados, incluidos otros Estados miembros de la Unión Europea de carácter más centralista.

Las grandes multinacionales establecidas en España no han resultado particularmente perjudicadas por el desarrollo del Estado de las Autonomías. Otros, sin embargo, consideraron demasiado optimista esa conclusión: incluso aunque el exceso de reglamentación no hubiera provocado grandes daños a las empresas extranjeras ya establecidas, será un factor que desincentive la llegada de nuevas empresas.

El mal funcionamiento del mercado de trabajo ha sido dañino para España tras su ingreso en la zona monetaria del euro: al ser un país de tamaño medio, el excesivo crecimiento de los salarios y costes laborales en España no hizo que el Banco Central Europeo (BCE) elevara sus tipos de interés, sino que llevó a que los tipos de interés reales en España fueran especialmente reducidos, e incluso negativos, lo que acrecentó aún más las tensiones inflacionistas.

Ese resultado guarda estrecha relación con la llamada paradoja de Walters –el recientemente fallecido asesor de la Sra. Thatcher, que, a finales de los años 80, criticó que la estabilidad de la parrilla (grid) de tipos de cambio del Sistema Monetario Europeo (SME) provocara una tendencia a la apreciación de las monedas de los países con mayor inflación (como España) y, en consecuencia, tipos de interés más altos–

.Competitividad
La desafortunada consecuencia ha sido que, desde 1999, España ha perdido un 15% de competitividad respecto al promedio de países de la zona euro, y del 30% respecto a Alemania.

A juicio de algunos, esa pérdida hubiera sido todavía más intensa si España no hubiera entrado en el euro, porque al diferencial de inflación habría que haber añadido la apreciación de la peseta derivada de los intentos de la política monetaria por luchar contra la inflación (como ocurrió en España a finales de los 80, hasta la entrada de la peseta en el SME).

La pertenencia al euro obligará ahora a recuperar la competitividad perdida por vías distintas a la tradicional depreciación, pero si España no se hubiera integrado en el euro, la brusca e intensa depreciación de la peseta podría haber tenido efectos muy dañinos sobre el sistema financiero.

Se señaló que uno de los rasgos más sobresalientes del mercado de trabajo español es el elevado peso de los contratos temporales, que alcanzaba hasta hace poco el 30% de los contratos vivos y ha descendido en apenas un trimestre al 27%, al concentrarse en los trabajadores temporales la reducción del empleo.

El gran peso de los contratos temporales hace que en España sea muy elevada la tasa de rotación (es decir, número de nuevos contratos como proporción del número medio de puestos de trabajos), como consecuencia del deseo de las empresas de evitar que los trabajadores temporales pasen a fijos y, en consecuencia, aumenten su derecho a indemnización por despido de 8 a 45 días por año trabajado.

Esa excesiva temporalidad es perniciosa: reduce el incentivo de la empresa y del trabajador a invertir en su formación y, además, entraña «costes de friccionalidad» –puesto que las limitaciones a la renovación indefinida de los contratos temporales de un mismo trabajador lleva a las empresas a contratar a otros trabajadores distintos–

.Otros, sin embargo, recordaron que la situación de otros países de la Unión Europea no es tan distinta a la española, si bien los contratos a tiempo parcial juegan un papel similar al de los contratos temporales en España. Además, hay sectores de actividad –por ejemplo, el turismo de vacaciones– donde la temporalidad es inevitable.

Hubo acuerdo general en descartar que una eventual reforma del mercado laboral modifique el régimen de indemnizaciones por despido actualmente aplicable a los contratos fijos en vigor (esto es, 45 días por año trabajado en caso de despido improcedente, con un máximo de 42 mensualidades).

Se señaló, no obstante, que ese respeto de los «derechos adquiridos» y del «statu quo», razonable y prudente desde el punto de vista socioeconómico y político, no sería en sentido estricto una exigencia jurídica o constitucional: la práctica totalidad de los contratos laborales vigentes contienen una remisión al régimen de indemnización por despido establecido en el Estatuto de los Trabajadores y éste, en pura teoría, podría ser modificado sin que ello entrañara lesión de derechos.

Tuvo apoyo general la idea de potenciar las políticas activas de empleo –que en España representan un gasto de apenas el 0,5% del PIB– y, en particular, ampliar las funciones de las empresas de trabajo temporal (ETT) en las tareas de recolocación de desempleados, como complemento de las labores del INEM.

Hubo opiniones contrapuestas, sin embargo, sobre dos cuestiones: El cálculo del coste efectivo de despido en la actualidad de trabajadores con contrato fijo y el régimen deseable de indemnización para nuevos contratos.

Para algunos, se exagera a menudo el coste efectivo de despido, porque no se toma en cuenta que la indemnización de 45 días por año trabajado se aplica sólo en caso de despido improcedente a los contratos fijos tradicionales, pero no a la modalidad introducida en la reforma de 1997, que la rebajó a 33 días. También debe tenerse presente la supresión del pago de los llamados «salarios de tramitación», mientras se solventan las disputas laborales ante los Tribunales.

Si añadimos a ese hecho el reducido coste de la no renovación de los contratos temporales (8 días por año trabajado), llegaríamos a la conclusión de que el coste medio de despido en España no es muy distinto al vigente en otros países de la Unión Europea, como por ejemplo Francia.

Para otros, sin embargo, los costes de despido en España son elevados y resultan muy perniciosos para las empresas: no sólo elevan el coste del empleo en términos anualizados, sino que provocan la descapitalización de las empresas que tienen que afrontar despidos y, en consecuencia, ven reducida su capacidad de inversión.

Los costes efectivos de despido son elevados porque la jurisdicción laboral sigue siendo muy restrictiva en la calificación de despidos como «procedentes»; porque las empresas procuran evitar la litigiosidad y los conflictos laborales; porque los salarios de tramitación siguen pagándose, en la práctica, en muchos supuestos; y porque los nuevos contratos fijos con indemnización de 33 días se han utilizado muy poco (y apenas representan un 10%). En la práctica, los 45 días por año trabajado son un «suelo» en la posición negociadora de los sindicatos.

Dolado señaló que en la actualidad existe una «maraña contractual» de hasta 17 modalidades distintas de contrato de trabajo, muchos de los cuales son apenas conocidos y utilizados. Propuso que se sustituya por un único contrato, cuyo régimen indemnizatorio esté próximo a la indemnización media satisfecha en la actualidad (tanto para contratos temporales como para contratos fijos).

Esa indemnización podría tener un perfil temporal creciente, en función del número de años trabajados, de forma que, por ejemplo, empezara en 8 días -como los actuales contratos temporales- y creciera progresivamente hasta alcanzar un máximo de 33 días. Un límite máximo inferior a esa cifra -por ejemplo, 20 días por año trabajado- haría la propuesta inaceptable para los sindicatos.

A juicio de algunos, no obstante, la propuesta de Dolado no resultará aceptable para las organizaciones empresariales y podría dificultar la futura recuperación del empleo porque, en la práctica, encarecería el régimen de despido de los nuevos contratos respecto al vigente para los contratos temporales. Se señaló, asimismo, que, incluso a igualdad de indemnización, desde el punto de vista psicológico no es lo mismo «despedir» que «no renovar un contrato temporal».

Se recordó que el gobernador del Banco de España ha venido elogiando recientemente el llamado «modelo austríaco». En Austria, con carácter adicional al seguro de desempleo, las empresas hacen aportaciones a un fondo –parecido a los fondos de pensiones de empresa– que atribuye en régimen de capitalización ciertos derechos económicos a cada empleado.

Aunque su gestión es privada, el Estado garantiza que su rentabilidad nunca sea negativa. Se destinan a tales fondos el 1,3% de la masa salarial, y el importe de los derechos consolidados del conjunto de los trabajadores viene a equivaler en la actualidad a 6 días de trabajo del conjunto de los trabajadores.

Mercado laboral
El sistema recibió en su día una acogida favorable, porque la legislación austríaca no preveía indemnización alguna por despido durante los primeros tres años de contrato.

El trabajador puede disponer de sus derechos consolidados en ese fondo en caso de despido –lo que hace las veces de la «indemnización» por despido en el sistema español–, en el entendido de que si no los utiliza y los ahorra podrá disfrutarlos en el momento de su jubilación. Una de las grandes ventajas del sistema es que los derechos consolidados son «portables» en caso de cambio de empresa, lo que hace que los empleados no teman «perder la antigüedad» cuando cambian de empleo.

Se señaló, sin embargo, que la financiación por las empresas españolas de tales fondos sería muy onerosa si se pretendiera que la cuantía de las indemnizaciones fuera significativa. En lo que atañe a la portabilidad de los derechos, se recordó que, en el caso de profesionales muy cualificados, es frecuente en España que en los cambios de empresa la nueva compañía le reconozca al profesional contratado la antigüedad que ya tenía en su anterior empresa.

Críticas al funcionamiento de la Justicia
El mal funcionamiento de la Justicia en España constituye un grave lastre para el buen funcionamiento de una economía de mercado. El grave retraso en la tramitación de las causas constituye una grave vulneración del principio de «tutela judicial efectiva». Es uno de los motivos que suscita inseguridad jurídica entre los propietarios de viviendas y constituye un lastre para el mercado de alquiler.

A juicio de Cesar Molinas, el problema parece más una cuestión de mala gestión que de falta de recursos, porque las escasas estadísticas existentes revelan que el gasto en Justicia por habitante en España es superior al de Francia. Desde esa óptica, criticó que los sucesivos ministros de Justicia hayan provenido siempre del «gremio», lo que ha perpetuado las tendencias endogámicas y dificultado que la mejora del servicio público de justicia se abordara con criterios profesionales de buena gestión.

Cómo afrontar las debilidades del sistema educativo
El sistema educativo español presenta debilidades en toda la distribución de resultados de los estudiantes: en su «cola inferior», destaca el elevado porcentaje de fracaso escolar, que alcanza al 30%; el nivel medio de formación es mediocre, siendo muy elevado el porcentaje de jóvenes en situación de «analfabetismo funcional»; y en la «cola superior», faltan centros de excelencia.

Ese diagnóstico es aplicable tanto a la educación secundaria, donde se echa en falta mejoras de gestión y, en especial, la profesionalización de la función directiva de Institutos y centros educativos, como a la Universitaria, objeto de una degradación progresiva en las últimas décadas.

A juicio de algunos, un cambio prioritario que favorecería la calidad de las Universidades sería separar la titulación académica (otorgada por las Universidades) del título habilitante para desempeñar actividades profesionales.

25/03/2009 Manuel Conthe (Expansión)

martes, 17 de marzo de 2009

La hora Camps

A llegado la hora Camps.... la hora de "tomar medidas". Desafortunadamente no basta con dejar la cosa en manos del sastrecillo valiente (porque con un nombre tan taurino no puede ser otra cosa).

Bromas a parte, no comparto el optimismo de algunos economistas (obvio comentar el optimismo desaforado de nuestros gobernantes porque, como he comentando en otras ocasiones, o “no tienen ni idea” o nos están “tomando el pelo”; a día de hoy sigo sin tener claro cuál de las dos opciones es peor) que atisban en el horizonte el final de la crisis.

Mi argumento es sencillo. ¿Cuál fue el detonante de la crisis? Aunque algunos parece que ya no lo recuerdan, fueron los llamados “activos tóxicos”. A fecha de hoy todavía no se sabe la cantidad de activos tóxicos que continúan en poder de las entidades financieras. Hasta que no “descontaminemos” el suelo, no podremos comenzar a construir. Y como todavía no sabemos hasta qué profundidad habremos de seguir excavando para extraer residuos tóxicos, creo que es pronto para organizar la fiesta de inauguración del centro comercial.

Algunos hablan de “volver a la normalidad” en 2010. Pero, ¿a qué llamamos “normalidad”? Una cosa tengo clara: lo que muchos consideran “normalidad” no va a regresar; al menos en mucho tiempo. Esa orgía desenfrenada de créditos al consumo, hipotecarios a 50 años para el 120% del valor de una vivienda, leasings, rentings… no regresará en años. Las entidades financieras deberán redefinir el concepto “normalidad”, al igual que las personas, las familias y muchas empresas (como el sector de la automoción)

Ahora bien, no regresar a la “era del desenfreno”, a los tiempos de la “liquidez perpetua” y las “orgías consumistas”, no implica necesariamente caer en una depresión. Ahora que celebramos el bicentenario de Charles Darwin hemos de recordar que la humanidad se adapta a los cambios para sobrevivir, y eso es lo que toca.Deflación, caída generalizada de precios, paro… lo que se conoce como “depresión”, tampoco lo veo. Eso creo que es algo ya superado (del crack de 1929, del siglo XX).

En algún momento la tendencia cambiará; y solo tengo un argumento para defender esta teoría: sigue habiendo pasta a tutiplé. Esta crisis se ha llevado por delante mucho, mucho dinero (basta con leer lo que han perdido los amigos de la lista de Forbes). Pero eso no significa que el dinero haya “desaparecido” o se haya “destruido”. Sigue habiendo mucho dinero. Y el dinero se caracteriza por una serie de cosas: es nervioso e impaciente (no puede estarse quieto); es cauto (y más con la que ha caído); y tiene ganas de marcha (necesita encontrar rentabilidad)Ese dinero está esperando una señal. Por supuesto que no será la Bolsa (nuestros nietos no sabrán lo que era Wall Street y tendremos que explicárselo contando alguna batallita sobre la pasta que perdimos en su día con acciones de tal empresa….), ni el ladrillo… El dinero está buscando operaciones rápidas y seguras aunque supongan baja rentabilidad (eso de invertir 10 millones en un solar y esperar 5 años para ver como se convierten en 30 millones, con un elevado riesgo…pasa a la historia).

Dinero haberlo haylo, de manera que no vamos a entrar en una depresión apocalíptica. Necesitamos nuevos “conceptos” para definir la que nos viene encima.Porque sin duda, lo peor está por llegar.

Un PIB en ruinas

Nuestro PIB tiene un problema mayor que la recesión: la desesperación. No hay por dónde agarrarlo. Se han agotado las fuentes de crecimiento, los elementos que han traccionado de su crecimiento en los últimos quince años, y no hay en el horizonte una locomotora que sustituya a esas fuentes de crecimiento.

El principal factor que ha contribuido a un favorable crecimiento de nuestra economía durante algo más de una década ha sido la construcción, traccionada fundamentalmente por unos tipos de interés a la baja (boom de la vivienda) y por los fondos de cohesión comunitarios (obra pública). Aquellos fondos estructurales, no solo modernizaron nuestras infraestructuras (autopistas, aeropuertos, líneas de tren de alta velocidad, puertos…) sino que generaron de forma directa 375.000 empleos directos más otros cientos de miles indirectos. Pero con las sucesivas ampliaciones de la Unión Europea, España se convierte en contribuidor neto y aquella fuente de crecimiento se agota.

Por otro lado, la inversión extranjera directa está cayendo. Las empresas multinacionales hace años que dejaron de fijarse en España para centrar sus miradas en los antiguos países del Este y en los tigres asiáticos. De los 36.000 millones de dólares de inversión extranjera directa en 2002 se cayó a solo 10.000 millones en 2004 y en 2007 la cifra no alcanzó los 5.000 millones. Las multinacionales ubicadas en España invierten lo justo para pintar las fachadas de las pocas fábricas que les quedan en la vieja piel de toro y para renovar algún mueble de sus oficinas. La convergencia salarial con los países de la Unión Europea hace que nuestra mano de obra ya no sea económicamente atractiva. Y no es solo que las multinacionales abandonen nuestro país; cada vez son más las empresas españolas que trasladan su actividad productiva a otras latitudes, desde la industria (textil, calzado, automoción, electrodomésticos…) hasta los servicios (ya sean poco cualificados, como los call-center en Perú o cualificados como el diseño y la creatividad publicitaria en Argentina o la programación en India)

Para muchos, la situación no tiene por qué ser tan alarmante, porque, si bien algunos elementos de nuestra economía se ralentizan (producción industrial, construcción…), el principal generador de recursos para nuestro PIB no se agotará (al menos en los próximos mil millones de años): el sol. Afirmativo. Pero no lo es menos que el crecimiento de nuestra principal fuente de ingresos, el turismo, es cuanto menos incierto. En 2008 se volvió a batir el record de turistas que visitaron nuestro país. Pero por otro lado, descendieron un 2% los ingresos (por la presión sobre el precio que ejercen los grandes tour operadores). Nos vistan más…e ingresan menos. Y mientras tanto, los empresarios del sector ven como sus costes se incrementan constantemente: los alimentos, la mano de obra, la energía, los servicios… Durante las últimas décadas España ha sido receptor de millones de turistas que, movidos por los grandes tour operadores, acudían a destinos baratos. Precios y sol fueron los dos grandes argumentos. Pero ahora España ya no tiene unos costes tan bajos. No alterar los precios significa reducir los márgenes. Siguen llegando más turistas que nunca, aumentan los ingresos, pero se reduce la rentabilidad. Además, esta práctica tiene un límite. ¿Qué sucederá cuando no sea posible seguir ofreciendo a los grandes tour operadores y mayoristas unos precios tan competitivos? ¿Cambiarán éstos sus destinos hacia países como Turquía, Túnez, Marruecos, Montenegro, etc.? Si ello llega a suceder, ¿cómo reposicionamos el sector?

Cierto es que muchas de estas cosas se sabían de antemano: que los fondos estructurales no serían eternos; que España dejaría de ser un país con mano de obra barata; etc. Pero, ¿hemos hecho bien los deberes para afrontar esta situación? La economía del ladrillo fue una economía del presente que hipotecó nuestro futuro.

La educación deja mucho que desear (lo muestra desde el informe PISA –con pruebas que sitúan a nuestros adolescentes en el puesto veintitantos del ranking- hasta el prestigio de nuestras Universidades –ninguna entre las 50 mejores de la UE y ninguna entre las 100 mejores del mundo), España es uno de los pocos países occidentales en los cuales la productividad desciende (PIB entre personas que trabajan) mientras vemos como, a pesar de ser la quinta economía de la UE, se ocupa el furgón de cola en I+D (decimocuarta posición) y en inversión de las empresas en TIC en relación al Producto Interior Bruto (decimoquinta posición).Las consecuencias van a ser graves porque, en contra de lo que algunos piensan, la fiesta no ha hecho más que empezar. La baja productividad de nuestras empresas (un 50% en relación a las estadounidenses y un 15% por debajo de la media de la Unión europea de los 15) nos pasará factura en los próximos años. Otras potencias económicas aguantarán el chaparrón gracias a su presencia en mercados internacionales que crecen (como China e India). El déficit comercial español y el bajo nivel de internacionalización de nuestra economía (en especial de las pequeñas y medianas empresas) impedirá a nuestro país utilizar esa válvula de escape.

Mirando la descomposición de nuestro PIB…me pongo a llorar. No veo nada alentador. La mitad corresponde a sectores muy poco competitivos. Muchos dicen ahora que “necesitamos innovación”. Cuando unos pocos decíamos hace diez años (cuando se decía aquello de “España va bien!”) que España iba mal encaminada y necesitábamos innovación, nos miraban como a extraterrestres (“las cosas van muy, muy bien…y nada parece indicar que puedan ir a peor”…me llegó a decir enojado un asistente a una de mis conferencias)

La capacidad de reacción del Gobierno está siendo peor que nula: perjudicial. Porque cuando uno no hace nada ya que no sabe qué hacer, al menos es consciente de que la pasividad agravará el problema. Pero cuando uno hace algo absolutamente inútil creyendo que con ello mejorará la situación, no solo está impidiendo que el problema se resuelva, sino que ignora la realidad y la situación se agrava sin ser consciente de ello. El “Plan E” ha demostrado ser lo que muchos pensaban cuando se presentó: Estúpido.Yo soy el primero que digo que más vale un mal Plan que no tener ningún Plan. Pero el problema es que el “Plan E” no es ni tan siquiera un mal plan… No es nada.Cuando hablamos de planes estamos hablando de reformas estructurales (y poner a miles de personas a cavar zanjas no es una reforma) para evitar que nuestro país se “japonice” (nuestro PIB comience a desangrarse a lo bestia).

1. Tenemos que abordar una profunda remodelación del mercado laboral

Por ahora solo los “políticamente incorrectos” nos atrevemos a decirlo: hay que flexibilizar el despido. No digo abaratarlo…sino flexibilizarlo, porque únicamente abaratarlo no es suficiente. Cuando hablo de “flexibilizarlo” hablo de facilitar los trámites, eliminar el proceso de estigmatización social que se genera en torno a una empresa o empresario que despide, etc. Ver el despido como algo normal en una economía de libre mercado normal. Al margen por supuesto de reducir drásticamente las indemnizaciones.Sin esa flexibilización muchas empresa van a morir. Hay empresa que necesitan despedir hoy al 10% de la plantilla por la reducción de sus ventas o pedidos (un hecho constatable!) y no pueden hacerlo porque no disponen de liquidez para las indemnizaciones y consecuentemente su situación se agrava –no están “entre la espada y la pared” sino entre “dos espadas” que aprietan cada vez más y desangran a las empresas: por un lado no llegan las ingresos y por otro no pueden reducir los coste laborales- lo que está abocando a la quiebra a miles de empresa.

Un país con cuatro millones de parados es una desgracia. Pero puede haber algo mucho peor: un país con cuatro millones de parados y sin empresas que puedan ofrecerles un empleo a corto plazo. El gobierno y los sindicatos se afanan en proteger a los trabajadores (rectifico…en el caso de los sindicatos solo a los trabajadores con trabajo), cuando lo que hay que proteger son los trabajos, es decir, las empresas.

En España hay 3 millones de PYMES de menos de 50 trabajadores. Si todas ellas pudieran contratar a una persona, se acabaría con el paro. Si por el contrario dejamos morir al 10% de esas empresas tendremos otros 3 millones más parados…. ¡Este país necesita medidas para salvar las empresas! Comenzando por las reducciones de las cotizaciones de la seguridad social. El servicio de estudios del BBVA propone bajar en 3,5 puntos las cotizaciones sociales a las empresas (aunque también propone subir en dos puntos el Impuesto sobre el Valor Añadido para que la medida sea "neutral" en términos de recaudación, ya que la subida del IVA compensaría la bajada de las cotizaciones -no disminuirían los ingresos tributarios en una año con déficit brutal- y, según el BBVA, se crearían 280.000 puestos de trabajo y se aportaría medio punto al crecimiento del PIB)Como decía en otro post, una subida del IVA al 18% no es la mejor idea para estimular un consumo que decrece a marchas forzadas (y este considero que es uno de los principales elementos sobre los que hemos de incidir: que la gente consuma). De poco sirve que la gente trabaje, si no consume (pero claro, es una recomendación de un banco: siempre pueden hacer imposiciones a renta fija).

Algunos dicen que bajar los impuestos a las empresas y flexibilizar los despidos no genera empleo. Claro que no. De otra forma el problema del paro se resolvía con un par de decretos. Bajar impuestos no crea empleos. Pero puede permitir que muchas empresas sobrevivan; y sin empresas que sobrevivan no habrá más empleo, sino mucho más paro.Existe una gran demagogia entorno a todo esto; cuando se habla de flexibilizar el despido, reducir impuestos a las empresas, etc. son muchos los que saltan al cuello aludiendo a Botín, la CEOE, Amancio Ortega… diciendo que eso solo sirve para hacer ricos a los “empresarios”… Mucha gente tiene una idea equivocada del concepto “empresario”. Los Botines, Boludas, Florentinos, Pozeros… se pueden contar con los dedos de unas pocas manos. Pero existen en este país millones de pequeños EMPRESARIOS (con mayúsculas) a los que se les está estrangulando desde la banca, el Gobierno y la demagogia.De todas formas…quiero recordar una cosa: estamos ante la mayor crisis de la historia reciente. Salvar las empresas no es un capricho…sino una imperiosa necesidad, si no queremos seguir cayendo hasta un profundo abismo. Si no salvamos a nuestras empresas España se va a caer de la lista de países desarrollados y dentro de cuatro o cinco años nos compararemos con el “segundo mundo” (no con países como Somalia pero si con Argentina, Perú, Ecuador, Indonesia…)

Si protegemos en exceso a los trabajadores estaremos condenando a los parados. Aunque resulte paradójico, en la situación de excepcionalidad en la que vivimos solo desprotegiendo a los trabajadores estaremos protegiendo el empleo. Son muchos los que hablan de conquistas sociales irrenunciables… pero en ocasiones la única posibilidad de superar un obstáculo pasa por dar unos pasos hacia atrás…para poder impulsarnos hacia adelante.Por otro lado, el grave problema de productividad de las empresas españolas no se resuelve únicamente a base de reducir costes salariales. Se ha de trabajar a fondo en materia de innovación…y como bien saben quiénes me siguen…la innovación pasa por las personas. Solo las organizaciones que atraigan, fidelicen y utilicen el talento de las personas, podrán evolucionar de forma significativa. Es una paradoja hablar de flexibilizar el despido y fidelizar el talento, pero no una contradicción: ambas cuestiones son necesarias…porque solo yendo en una de esas direcciones (reduciendo costes o incrementando el valor) se mejora la productividad.Es difícil involucrar a las personas siendo el país de la UE con mayor porcentaje de trabajadores temporales (superior al 30%, frente a una media en torno al 15% en la UE). Pero esto es así por las consecuencias de las elevadas indemnizaciones para los contratos fijos que han “segmentado” el mercado de trabajo en “fijos” y “temporales

2. Reducir los salarios

Nuestros salarios son de Disneylandia: una fantasía irreal si los analizamos en relación a la productividad.Los costes salariales españoles son demasiado elevados en comparación con los europeos al analizar la productividad de nuestras empresas. La gente conduce coches alemanes, cobra como trabajadores alemanes…y produce como trabajadores checos. Trabajadores que conducen un BMW y empresas cuya productividad es tan baja nos llevan a la ruina. Nuestros trabajadores han de conducir Skodas porque nuestras empresas no son tan competitivas como las alemanas. Necesitamos urgentemente aumentar la productividad para poder mantener los salarios o, de lo contrario, actualizarlos (congelarlos como pretende Volkswagen para salvar la factoría de Seat en Barcelona o incluso reducirlos; muchas PYMES no sobrevivirán si no reducen un 15% sus salarios…ya que a corto plazo no van a ser capaces de mejorar su productividad optimizando procesos)

El problema es que nos hemos acostumbrado al BMW, la tele de 47 pulgadas y varias vacaciones al año (para esquiar en navidades, playita en verano y escapaditas a hoteles con encanto entre ambas). Solo reconociendo entre todos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades abordaremos este necesario reajuste sin tensiones ni sobresaltos.

Porque aún no he hablado de ello… ya que seguro tendré que dedicar otro artículo en un futuro no muy lejano… La tensión social no solo se masca en el ambiente…sino que nos viene encima de forma imparable.Sin medidas estructurales no se va a solucionar la crisis española (nuestra particular crisis)…aún solucionándose la crisis global. Y como la solución de la segunda tampoco está claro sea inminente…blanco y en botella…leche!

Nada parece indicar que podamos evitar los 5 millones de parados, un déficit cercano al 10%... y que no se puedan pagar subsididos por desempleo, etc. Si no hacemos nada para evitarlo (si no tomamos medidas estructurales ya) el problema se agravará y dentro de unos meses (otoño de 2009) tendremos serios conflictos sociales en las calles: huelgas generales, manifestaciones, etc.

3. Redefinir el Estado de las Autonomías

Otra de las cuestiones en las que muchos no quieren meterse porque sin duda es un berenjenal de tres al cuarto. Pero el Estado de las Autonomías agrava la crisis.Hace poco hemos visto a los policías manifestándose por las calles de Madrid (de forma pacífica…porque de otra manera hubiese resultado curioso ver como se autodisuelven a ellos mismos) exigiendo equiparar sus sueldo a los de otros policías. Y es que en ningún otro país del mundo existen tantos cuerpos de policía por ciudadano como en el nuestro: Mossos, Ertzainas, Nacionales, Guardia Civil, Forales, Miñones…por no hablar de los municipales de cada localidad…sea grande o pequeña. Al margen de la duplicación de funciones en muchos estamentos, todos quieren cobrar como el que más cobra…sean funcionarios de justicia, policías, médicos…

También en estos días asistimos a otro conflicto, en este caso relacionado con la Ley del Aborto. Los políticos esgrimen un argumento cuando hablan de la necesidad de modificar dicha Ley: fue creada hace tantos años…que es necesaria una actualización para adaptarla a los nuevos tiempos. ¿Y qué sucede con el Estado de las Autonomías plasmado en la Constitución Española en la noche de los tiempos? Muchos de los lectores de este artículo no habían nacido. Se perfiló en la era en la cual las películas de Esteso y Pajares arrasaban en las taquillas (las “Autonosuyas”)

Simplificando mucho (no soy para nada experto en la materia…vamos…que no tengo ni idea y no quiero meter la pata más de lo que lo hago habitualmente) el Estado de las Autonomías fue una canalización de la pluralidad étnico-lingüistica de este país, de los diferentes derechos históricos que fueron abolidos a lo largo del siglo XX y de las diferentes sensibilidades nacionalistas. Bonito si, pero de práctico nada.

Cuando hay un accidente de tráfico en la “frontera” entre dos Comunidades Autónomas los conductores de la ambulancia se hacen un lio para decidir hacia qué hospital se dirigen (en ocasiones tienen que recorrer más kilómetros para trasladar a los heridos “dentro” de la Comunidad). Hay Comunidades que denuncian a otras ante los Tribunales por sus políticas fiscales (incluso compañeros de un mismo partido que defienden cada uno los intereses de sus propia Comunidad). Hay un Cristo montado con la financiación de muchas de esas Autonomías. Un follón de tres narices con el tema del agua… Y todo ello en un país de 45 millones de personas con 17 Autonomías. Hombre…en Estados Unidos se comprende un federalismo tal (California tiene casi tantos habitantes como España y varios Estados mayor superficie que nuestro pequeño país). Hemos creado los Estados Desunidos de Iberia.

No es una cuestión política, sino económica. Hay empresas Norteamericanas que han desestimado instalarse en España porque no es un país, sino 17. Por poner un ejemplo, una empresa con la que trabajo, dedicada a reciclar residuos industriales, si tiene un pico de actividad en Navarra y camiones y personas paradas en Alava no puede destinarlos a resolver el pico de demanda en la otra Comunidad porque no tiene permisos o porque sus trabajadores desconocen los procesos en la misma (ya que cada Comunidad tiene su propio reglamento). Lo hemos visto con el problema cinegético de Bermejo…que estaba cazando con licencia de Castilla la Mancha en Andalucía y como se había dejado el GPS en casa….

Parece una coña…pero de la misma manera que un cazador necesita 17 licencias para cazar o pescar en este pequeño país…algo similar les sucede a muchas empresas.Pero lo que sería simplemente una anécdota adquiere tintes de complejo problema cuando llegan las épocas de vacas flacas. Con un déficit de órdago no tardarán en llegar los problemas para la financiación de tantos millones de funcionarios en tantas administraciones duplicadas. En algunos casos, no solo es un engorro para el ciudadano (o un problema gravísimo como hemos visto en el caso de la justicia…con la gran “desconexión” entre juzgados) que ve como su expediente médico no es accesible desde el ordenador del ambulatorio de Murcia…donde estaba de vacaciones…porque el sistema informático de su Comunidad es diferente…(en algunos casos….todos los sistemas son diferentes en todas las Comunidades) sino un grave problema de despilfarro.Estos días hemos visto como el problema de la financiación de las Autonomías está llevando a muchas empresas a la quiebra: algunas llevan hasta dos años de retraso en los pagos a pequeñas y medianas empresas. Y lo peor no es que no hayan pagado…sino que a partir de ahora va a resultar más difícil que puedan pagar.

Este es un país que siempre agarra el rábano por las hojas. Llenamos páginas de periódicos y horas de tertulia hablando del buga de Touriño…pero…¿sabe alguien a cuantas unidades asciende el parque automovilístico de todas las Autonomías juntas? Los coches de los presidentes (los tiquet del Taxi de Revilla), de los consejeros…de los diputados forales… ¡Cuanto dinero se nos va por el desagüe autonómico! Sobre todo ahora…que lo necesitamos más que nunca. Por eso, dejar en suspenso determinadas competencias, no creo que sea una idea demasiado alocada.

4. Redefinir el tiempo y el espacio

Para consumir tenemos que tener dinero; para tener dinero tenemos que trabajar; pero trabajamos tanto que no tenemos tiempo para consumir.Una medida digna de analizar sería la de la reducción de las jornadas laborables. La gente podría trabajar a media jornada…así dedicaría la otra media a muchas otras cosas…entre ellas a consumir. O podríamos reducir la semana laborable a cuatro días. Si a la gente le das más tiempo para estar fuera de su trabajo… termina por consumir.Otra medida que podemos implantar es la libertad de horarios comerciales; sobre todo los domingos y festivos. Es patético ver a miles de personas en un Centro Comercial un domingo lluvioso…con todas las tiendas cerradas; a la gente hay que darle más oportunidades para consumir. Porque necesitamos urgentemente que la gente consuma.Libertad temporal y mucha más movilidad espacial. Resulta patético comprobar lo inmóviles que somos los ciudadanos de este país (¡yo el primero! Nací en Bilbao, fui al colegio en Bilbao, estudié mi carrera en Bilbao, trabajo en Bilbao, me casé en Bilbao, mis hijos han nacido en Bilbao...) Tenemos escasa predisposición a movernos hacia donde se encuentran las oportunidades. Es un factor cultural y económico (desarrollo de un mercado de alquiler de viviendas, viviendas sociales que favorezcan la movilidad geográfica de los trabajadores, etc.)

lunes, 16 de marzo de 2009

Cirque Du Soleil: innovar con pasión

El Circo del Sol es una empresa que nació cuando dos hippies comenzaron a viajar por el mundo haciendo números. Unos cuantos años después, se ha convertido en una gran organización, pero no pierden de vista sus orígenes, sino que parten de los mismos valores que siempre y les van añadiendo ideas innovadoras. El resultado salta a la vista.
A estas alturas pocos son ya los que no conocen Cirque Du Soleil, o el Circo del Sol, gracias a una importante labor de su departamento comercial. Hoy en día es una empresa en la que trabajan más de 1.800 personas, pero en su edificio central aún conservan como emblema un zapato de payaso "para acordarnos de que venimos de la calle a pesar de que ahora somos muy grandes", según explicó en el VII Business Global Conference Lofti El-Ghandouri, presidente de Creative Society; ese zapato es un símbolo de "humildad y esperanza".
Y es que Cirque Du Soleil es una empresa que ha sabido combinar tradición y modernidad e ir innovando con los tiempos para cambiar la imagen habitual del circo. "Cirque Du Soleil es una industria muy innovadora pero donde la tradición pesa muchísimo. Es muy importante romper con la tradición, aunque dentro de ella hay unos valores que hay que guardar porque son nuestra esencia, que hace que podamos seguir hacia adelante".
Cada persona es únicaEl éxito de Cirque Du Soleil parte de la pasión con que han llevado a cabo el proyecto desde su nacimiento. "Muchas veces se marcha gente de las empresas y contratamos otros que tienen mucha experiencia, pero falta esa chispa. Por eso, hay que pensar cómo nuestro proyecto de empresa puede ayudarte a conseguir tu proyecto de vida, qué te hace a ti único y por qué tienes que estar aquí con nosotros", afirmó El-Ghandouri.
Para fomentar esa pasión y lograr que todos sus trabajadores estén motivados y no pierdan de vista lo que significa Cirque Du Soleil, su edificio central está construido como un espacio abierto de más de 100.000 metros cuadrados, todo de vidrio, donde todos los despachos miran hacia el centro, formado por una especie de nave donde entrenan los artistas, de manera que todos los departamentos están conectados. Con ello han pretendido "generar un terreno de juego enorme para las personas", donde cada una ocupe una posición clara dentro de la gran empresa que son, y sepa exactamente cuál es su papel y por qué lo ocupa él y no otro, "porque cuando tienes un lugar muy especial te despiertas y estás muy alerta".
Como último consejo, Lofti El-Ghandouri proponía "compartir la varita. Eso nos cuesta mucho, compartir esta magia con la gente que está interesada, pero tenemos que incluir al mayor número de personas posible en este terreno de juego. Es muy interesante entender que todos los creadores de Cirque du Soleil no están solamente dentro, están fuera, cualquiera puede mandar su vídeo y participar en nuestro proyecto". Y es que, después de todo, el objetivo de cualquier empresa es conectar con los clientes, y en el caso de este circo, contagiarles la pasión por lo que hacen.
Para ver el vídeo de la ponencia de Lofti El-Ghandouri haga clic aquí.

PNL: pensar en positivo puede ayudarle a dirigir su empresa

La PNL o Programación Neurolingüística es una herramienta que ayuda a cambiar los pensamientos negativos por una actitud más optimista que se puede controlar conscientemente, y que reporta mayores beneficios tanto en la comunicación personal como en el mundo empresarial y la dirección de organizaciones.
Muchos asocian el optimismo con una visión inocente e ilusa del entorno, pero lo cierto es que esa actitud nos facilita la vida e incluso puede mejorar nuestra salud. Si le cuesta conciliar el sueño porque da demasiadas vueltas a la cabeza o a veces le invaden los pensamientos negativos, sepa que puede encontrar una solución.
El nuevo remedio se llama Programación Neurolingüística (PNL), y es una técnica que prepara sistemáticamente nuestra mente para que lo que pensamos se comunique de manera eficaz con lo que hacemos. Según esta escuela de pensamiento, la conducta humana se desarrolla según una "plantilla de pensamiento" que se puede cambiar y aprender, e incluso ser imitada por otras personas para obtener resultados similares. De esta manera, se puede mejorar la comunicación, tanto con uno mismo como con los demás.
La negatividad perjudica la saludPero es que además, está demostrado que los pensamientos negativos generan emociones tóxicas que desgastan nuestra energía y salud mental, e incluso van debilitando nuestro sistema inmunológico al acumularse en nuestro interior, de manera que pueden derivarnos en enfermedades físicas.
Los precursores de la PNL fueron Richard Bandler y John Grinder, quienes sostenían que los seres humanos percibimos el mundo de una forma única y particular, ya que interpretamos la realidad objetiva de manera subjetiva, comunicando nuestras experiencias mediante un uso concreto del lenguaje. Por tanto, si conseguimos cambiar la manera en que percibimos el mundo y elegimos conscientemente la actitud que queremos adoptar, obtendremos unos mayores beneficios.
La PNL en directivosCada vez es más frecuente que quienes dirigen una organización empresarial se decidan a acudir a sesiones individuales de coaching para directivos o a cursos en los que mejoren su trabajo en equipo. Y es que con la PNL pueden averiguar cuál es el modelo de pensamiento que más utilizan y qué resultados les aporta. Si consideran que éste no es lo suficientemente beneficioso, además, pueden remodelarlo a su medida. Todo es cuestión de entrenamiento y disciplina.
Con esta técnica lograrán que ciertos hábitos relacionados con la manera de pensar y comunicarse que realizan de manera inconsciente, dejen de ser tan mecánicos y negativos y se conviertan en conscientes y positivos. El objetivo después será promover las sesiones entre el resto del personal de la organización para fomentar el pensamiento positivo.
Frutas Dioni es una empresa tradicional que ha introducido en su empresa sesiones mensuales de humor para motivar a sus empleados y lograr un mejor ambiente de trabajo y un trato al cliente cercano y alegre. El vídeo en el que cuentan su experiencia se encuentra disponible en Innova TV.

lunes, 2 de marzo de 2009

La crisis más grave es la crisis de ideas


Hace un año se hablaba de desaceleración, de fases bajistas del ciclo y de otros rebuscados eufemismos con los que intentábamos evitar la cruda realidad: la economía española ha entrado en una de las peores crisis de nuestra historia reciente, por causa de la combinación letal de una burbuja inmobiliaria local y la mayor crisis bancaria internacional que se recuerda. En los últimos meses hemos asistido al prolegómeno de lo que nos espera: la situación más difícil que hayan tenido que afrontar la mayoría de nuestras empresas. Una crisis que ya está condicionando el presente de muchas de ellas y que condicionará el futuro de todos.


Muchas de las pequeñas y medianas empresas que nos rodean han nacido y se han desarrollado en el favorable entorno de un ciclo económico positivo. Ninguna de estas empresas que tienen menos de quince años de vida sabe los que es superar una crisis. Ahora es otro el sentido de los vientos. Con una competitividad por los suelos, las fuentes tradicionales de crecimiento agotadas, un país demasiado endeudado, un déficit que ha venido a remplazar al superávit y una tasa de paro creciente, nuestras empresas se enfrentan a un escenario complejo y para la mayor parte de ellas desconocido.


Los escenarios correspondientes a las fases alcistas de la economía (crece el consumo, crece el PIB, crecen los índices de confianza, etc.) se caracterizan por un relajamiento de la imaginación empresarial. Como hay mercado para todos, la necesidad no aprieta. Desafortunadamente, en muchos sectores la creatividad brilla por su ausencia. Las empresas se copian unas a otras. Como resultado, el consumidor se encuentra ante una oferta de productos y servicios demasiado homogénea. Ese “aletargamiento” complaciente derivado de las épocas de bonanza (las ventas crecen solas) ha inutilizado la imaginación, deshabilitado la innovación y restringido la creatividad. ¿Qué va a suceder con nuestras empresas?


Por el momento muchas de ellas han optado por bajar precios y permanecer pertrechados hasta que las ventas vuelvan a reactivarse. Caen así en la trampa que nos conduce a la “competición destructiva” de la que hablaba en el libro “Innovación, el último clavo ardiendo”; la homogeneización de la oferta desata las guerras de precios, se reducen los márgenes, la presión sobre el precio se traslada a los costes, se reducen los costes a costa de reducir la calidad (peores materias primas, menos controles, personal más “barato”…).


Un ejemplo de esta peligrosa tendencia que además pone a la luz las deficiencias de nuestras empresas (la ausencia de diferenciación, creatividad, innovación, valor…) lo tenemos en las grandes superficies. ¿Cómo responden a la crisis? Con la “creatividad” puesta al servicio de la “competición destructiva”: Tres por el precio de dos, descuentos de hasta el 40% por la compra de más de tres o cuatro unidades, rebajas del 20%, 30% e incluso el 40% en determinados productos de alimentación de primera necesidad... En un intento desesperado de impulsar sus ventas, amenazadas en los últimos meses por el desplome de consumo, supermercados e hipermercados se han lanzado a una agresiva política de bajadas de precios.


Mercadona fue la primera en anunciar que iba a retirar 800 referencias, tanto de marca líder como de marca blanca, para reducir el coste total del carro de la compra. El Corte Inglés se ha visto obligado a lanzar su propia marca blanca low cost: Aliada. Eroski, coincidiendo con la celebración del 40 aniversario del grupo ha lanzado una gran promoción con descuentos del 40% en un gran número de productos. E incluso se llega a ese feo cuerpo a cuerpo que constituye la publicidad comparativa: en la foto vemos un panel a la entrada de un Carrefour con el lema: 'Somos más baratos que Mercadona'


La Agencia Andaluza de la Competencia denuncia a Carrefour y Dia –del mismo grupo– por vender aceite de oliva de su marca blanca por debajo de coste. Ls estrategia de estos distribuidores es lanzar ofertas “reclamo” con productos clave como el aceite, la lechem los yogures o el arroz (en la actualidad tienen un pack de cuatro unidades de yogur por sólo 50 céntimos) para atraer a los clientes.