jueves, 26 de febrero de 2009

El estilo Slim

Carlos Slim es el segundo hombre más rico del mundo según la revista Forbes, con un fortuna estimada en 60.000 millones de dólares, por encima de Bill Gates y sólo por debajo de Warren Buffett. Este empresario mexicano de origen libanés es propietario de un inmenso conglomerado empresarial que genera por sí solo el 7% del PIB mexicano y tienes extensiones en toda Latinoamérica, aunque tal como señala la propia Forbes "la fortuna de Slim está en controversia, ya que ha logrado amasarla en un país donde el ingreso per cápita es de 8.066 dólares por año y además el 17.6% de la población vive en pobreza. Críticos claman que es un monopolista al apuntalar a Telmex como el controlador del 90 por ciento del mercado».

Su estilo de dirección es impactante y polémico. Aunque resumo sus principales puntos, recomiendo la lectura de este artículo "El secreto de Carlos Slim" donde están explicados en mucha mayor profundidad.

  1. Gestión de detalle y pragmatismo. Carlos Slim ve oportunidades de negocios con la compra empresas en crisis y logra sacarlas adelante donde otros no pudieron hacerlo. Para ello emplea una gestión de detalle en el manejo de estas empresas.
    Se dice que Carlos Slim cuando llega a un país pregunta cuánto cuesta una taza de café, cuánto cuesta la gasolina y cuánto cuesta un paquete de cigarrillos para darse una idea de la situación del país.
  2. Negocia que algo queda. La gestión de Carlos Slim es negociar absolutamente todo para lograr mayores beneficios de los que ya tiene. Cuando compra una empresa lo primero que hace es negociar contrato por contrato para lograr nuevas condiciones económicas.
    La regla es siempre negociar y volver a negociar que siempre algo más quedará.
  3. Contar cada peso. La gestión de Carlos Slim es una gestión de crisis dado que compra empresas en dificultades económicas y comienza a realizar así un manejo sumamente austero de las empresas.
    Ningún peso o dólar se desperdicia, todo se ahorra por eso uno de los diez principios que se les da a los empleados cuando ingresan es”mantener la asuteridad en tiempos de vacas gordas” y otro es “incrementar la productividad, competitividad, reducir costos y gastos”.
  4. Manejo de Recursos Humanos. Existe un alto componente de sueldo variable en los ingresos de los trabajadores que los hace luchar frenéticamente por conseguir sus objetivos para alcanzar esos bonos adicionales.
    Gran parte de los trabajadores del grupo son trabajadores de confianza y existe un intensivo entrenamiento y preparación de estos para asumir nuevos retos.
  5. A sueldos medios grandes retos. Al personal medio de la empresa se les da la responsabilidad de asumir grandes retos en el grupo empresarial y tienen contacto directo con los directivos de la empresa, visibilidad que los incentiva a seguir adelante.
    A pesar de los sueldos medios la gente del grupo Slim es gente altamente motivada por las responsabilidades que se les da.
  6. Jornadas de trabajo largas. Las jornadas de trabajo son bastante largas y la gente que trabaja en el grupo son felices con ello.
    En otras empresas el modelo de trabajo son horarios flexibles, en las empresas del grupo Slim no es así. Si se quiere ascender se debe de trabajar más allá de lo normal.
  7. Carreras de toda una vida
    Las prácticas de gestión establecidas en 16 años han blindado a las empresas de Slim de tal forma que no tengan necesidad de acudir a los cazatalentos. Esto le ha ganado al magnate ser mal visto. Slim puede presumir que las poseen sus directivos que tienen largas carreras en el grupo.

lunes, 23 de febrero de 2009

El éxito depende de la creatividad y el talento

La pasada semana se reunía en Pamplona el foro internacional sobre el talento Ágora Talentia, en el que los ponentes llegaron a la conclusión de que el talento y las habilidades profesionales son los que marcan la diferencia entre el éxito o el fin de una empresa. Todas las ponencias giraron en torno a la escasez de talento y la necesidad de potenciarlo para que las empresas puedan avanzar.

La marca común entre los ponentes se encontraba en una visión optimista de la crisis, ante la que destacaron la necesidad de potenciar el talento para afrontarla. "La creatividad es la sangre que bombea el corazón del desarrollo humano. El éxito depende de la imaginación y el talento", afirmó Sir Ken Robinson, gurú de la creatividad, innovación y recursos humanos. La misma visión compartía Maruja Gutiérrez, asesora del Año Europeo de la Creatividad y la Innovación, para quien la única vía para salir de la situación actual se sitúa en la creatividad y la innovación.

La crisis del talento
Robinson, afirmaba que no sólo estamos viviendo una crisis económica, sino también una "crisis de recursos humanos", para la cual considera primordial que las organizaciones "piensen diferente para aprovechar todos los recursos". Por su parte, Enrique de Mulder, consejero delegado de Sociedades Viálogos, continuaba con esta idea, afirmando que "estamos viviendo la crisis del talento, y lo necesitamos para crecer y renovar", aunque su perspectiva era un tanto más pesimista: "La crisis nos indica que el modelo de sociedad en que vivimos ya no es sostenible. Hemos confundido el talento con la mera productividad".

Ante esa situación, el discurso de José Manuel Ayesa, presidente de la Fundación Navarra para la Diversificación, se presentaba como una tabla de salvación: "Ésta es una gran oportunidad para los líderes empresariales, que deben hacerse dueños de la tarea de gestionar ese valor único y escaso como es el talento".

miércoles, 18 de febrero de 2009

El fracaso de los planes de rescate europeos agrava la crisis financiera

Bruselas asume que habrá que liquidar bancos y prevé que la recesión elimine 3,5 millones de empleos - Alemania avisa de eventuales quiebras de Estados

Las reacciones de los mercados suelen ser masivas y fulminantes. Si se empeñan, pueden hacer caer las torres más altas. De momento, el desplome de los mercados en el último año y medio ha acabado con la banca de inversión, ha precipitado la quiebra de decenas de entidades financieras, ha evaporado miles de millones de euros de la Bolsa y ha pinchado varias burbujas inmobiliarias en el mundo desarrollado, sumido en una dramática recesión. Los mercados han hecho doblar la rodilla incluso a algún país, como Islandia. Las víctimas son cada vez más ilustres, hasta el punto de que Alemania alerta del riesgo de quiebra que corren algunos países de la eurozona en medio de una vuelta de tuerca -una más- a la crisis financiera.

La banca vivió ayer una nueva sesión de pesadilla bursátil ante la constatación de que los planes de rescate son insuficientes para responder al alud de problemas. Bruselas ya es consciente de que los multimillonarios salvavidas a la banca han tenido efectos más bien escasos y la comisaria de Competencia, Neelie Kroes, avisó ayer de que la eurozona deberá "tomar decisiones duras sobre reestructuraciones o posibles liquidaciones controladas. Y estas decisiones deberán adoptarse muy rápidamente".

La comisaria insistió en que si los Estados no toman ahora medidas para reducir la incertidumbre y reactivar el crédito, las consecuencias serán "perpetuar modelos de negocio fracasados, arruinar las finanzas públicas, consolidar las distorsiones de competencia con ayudas públicas sin fin, romper nuestro mercado interior e impedir que emerja de la crisis un mercado bancario viable".

Lo más grave es que en este nuevo capítulo de la crisis la banca puede arrastrar a algún país en su caída. Irlanda está "en una situación muy difícil", aseguró a última hora del lunes el ministro alemán de Finanzas, Peer Steinbrück, que ayer se apresuró a destacar que nunca quiso poner en duda la solvencia del Estado irlandés. Protagonista de una sensacional historia de éxito en los últimos años, Irlanda está ahora inmersa en una profunda crisis. A la recesión añade un déficit público galopante -que este año podría elevarse hasta el 11% del PIB- y el sector bancario más golpeado por las turbulencias.

Irlanda ha anunciado inyecciones millonarias en sus bancos, asegura el 100% de los depósitos y avala la deuda de sus bancos. Y ese puede ser el problema. Lejos de recuperarse con esas medidas, la banca irlandesa sigue en caída libre y amenaza con llevarse por delante la solvencia del Estado, cuya calificación crediticia ya ha sido rebajada. Hay más países con problemas: Steinbrück abrió la caja de los truenos y afirmó que la zona euro debe estar preparada para salir al rescate "de los Estados con dificultades en sus pagos". De nuevo la lógica del demasiado grande para caer: los rescates bancarios trataban de evitar que la quiebra de un banco arrastrara a todo el sector. Esa idea vale para los Estados.

Los problemas financieros han disparado los precios de asegurar la deuda pública irlandesa: los costes de los instrumentos que se usan para esa cobertura se han triplicado en una sola semana. Grecia y Austria tienen también costes elevados, aunque menos. El diferencial de los bonos irlandeses sobre los alemanes también sube, algo que ocurre con la mayoría de los países, incluida España. "Es poco probable, pero si las especulaciones sobre posibles quiebras no se detienen, esos costes seguirán al alza y pondrán en jaque a los Estados para hacer frente a los pagos derivados de su endeudamiento", explicó Antonio Villarroya, de Merrill Lynch. Se trataría de una más de esas profecías autocumplidas tan de moda por la crisis.

"En ningún país europeo hay razones de peso para pensar en una quiebra. Pero es posible si los mercados financieros deciden que un país puede incurrir en ella", aseguró Daniel Gros, director del Centre for European Policy Studies. Simon Johnson, ex economista jefe del FMI, instó el pasado fin de semana al G-7 a buscar una solución a las dificultades de Irlanda, cuyo Gobierno ha desmentido recientemente los rumores de una intervención del FMI.

El Tratado de Maastricht impide que el BCE o un determinado país acuda al rescate de otro en caso de quiebra. "De nuevo la falta de infraestructura institucional puede perjudicar a la zona euro", explicó Federico Steinberg, del Instituto Elcano. "Las dudas sobre algunos países van a ser una dura prueba de fuego para el euro", dijo. Esa incertidumbre ya se deja notar: el euro bajó ayer hasta los 1,25 dólares, el menor nivel desde diciembre.

Tras año y medio de turbulencias, el detonador sigue en el sector financiero. La agencia Moody's advertía de la vulnerabilidad de la banca europea ante la severa recesión de Europa del Este, uno de sus focos de crecimiento.

Y de la banca, a la economía real. Las turbulencias financieras tardaron meses en llegar a consumidores y empresas. Pero ahora también ahí la crisis avanza a toda velocidad: la Comisión aseguró ayer que este año se perderán 3,5 millones de empleos en la zona euro. El paro escalará hasta el 10% en 2010. Las perspectivas sólo mejorarán cuando amaine el huracán financiero, pero incluso entonces, la mejoría laboral no llegará sino meses después.

18/02/2009 CLAUDI PÉREZ (El País)

miércoles, 11 de febrero de 2009

Entrevista con el Nobel Robert Solow: “Hay que evitar que el déficit se vuelva crónico”

El Premio Nobel de Economía en 1987 destaca que para evitar las “tentaciones” del proteccionismo y del “gorroneo” es necesario que “el estímulo fiscal sea global” y los planes se adopten de forma simultánea.

Robert Solow es famoso internacionalmente por el modelo que elaboró en 1956 para explicar el crecimiento a largo plazo de las economías. Desde los años 60 –cuando sirvió de asesor en la Administración Kennedy– ha sido siempre un emblemático defensor del pensamiento keynesiano.

Obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1987. Su claridad expositiva y afabilidad personal como profesor del Massachussets Institute of Technology (MIT) es legendaria. Uno de sus alumnos fue nada menos que Ben Bernanke, el actual presidente de la Reserva Federal. A sus 84 años mantiene su despacho en el Instituto, donde sigue teniendo por vecino a su buen amigo y también Premio Nobel, Paul Samuelson. Invitado conjuntamente por las Fundaciones Rafael del Pino y Barrié de la Maza, ha venido a España para hablar, desgraciadamente, no de las perspectivas de crecimiento a largo plazo, sino de la recesión económica que el mundo está atravesando.

Usted vivió de niño la Gran Depresión de los años 30. ¿Ve algún parecido entre aquella crisis y la que estamos viviendo? ¿Cree que Estados Unidos saldrá pronto de ella?

La recesión que estamos viviendo es, desde luego, seria, pero no es comparable con la Gran Depresión. Entonces el desempleo en Estados Unidos llegó al 30%, mientras que ahora subirá, como mucho, hasta el 10%. Ahora tendremos alguna caída ocasional del nivel de precios –es decir, con inflación negativa–, pero no un proceso acumulativo de deflación, como el que vivimos durante la Gran Depresión.

Para los optimistas, la economía americana podría tocar fondo a finales de este año o principios de 2010. Incluso así, el crecimiento seguiría muy por debajo del potencial hasta por lo menos 2011. No debemos descartar, sin embargo, que la recesión pueda durar algo más. Por eso, debemos tomar las medidas precisas para evitar que la recesión se prolongue.

La capacidad productiva de la economía americana sigue intacta. En los últimos 18 meses la población activa en Estados Unidos ha aumentado en 2 millones de trabajadores; el stock de capital sigue aumentando, porque aunque el volumen de inversión ha disminuido, la inversión neta –es decir, descontada la amortización de capital– ha seguido siendo positiva; y nuestros conocimientos técnicos y tecnologías siguen ahí. Somos, pues, tan potencialmente productivos como antes de la crisis. Lo que falla es, por desgracia, la demanda y por eso estamos en recesión.

¿Cómo se explica la gravedad de la actual recesión? ¿Le ha pillado por sorpresa?
La recesión comenzó en el sector de la vivienda, cuando explotó la burbuja inmobiliaria y empezó a reducirse drásticamente el nivel de construcción. En Estados Unidos tradicionalmente se iniciaban cada año 1,6 millones de viviendas, pero esa cifra subió a 2 millones en la fase álgida, y ahora ha bajado a 600.000. No conozco a fondo la situación de la economía española, pero desde luego la burbuja inmobiliaria ha sido uno de los rasgos comunes a Estados Unidos y España.

En circunstancias normales, esa contracción del sector de la vivienda hubiera llevado a una de las recesiones habituales, relativamente breve y controlable mediante medidas de política monetaria. Pero la crisis se ha visto agudizada al ir acompañada de una crisis financiera, y confieso que su gravedad ha constituido para mí una sorpresa.

En primer lugar, el exceso de casas hizo que sus precios empezaran a caer y eso terminó afectando también a las Bolsas. La reducción de riqueza provocada por la caída de los precios de la vivienda y de la Bolsa ha sido en Estados Unidos en los últimos 18 meses ha sido de entre 7 y 10 billones de dólares, es decir, de unos 20.000 dólares por americano. Eso ha provocado la caída del consumo, de la inversión privada y, en general, de la demanda agregada.

En segundo lugar, la crisis financiera ha provocado la paralización de los mercados financieros y una contracción del crédito (credit crunch). Esa contracción del crédito se debe no sólo a la debilidad de las entidades de crédito y de otras entidades financieras, sino también a que en una recesión escasean los prestatarios solventes. Paul Samuelson suele contar que su suegro era banquero y le explicaba así por qué dejaba de prestar durante las recesiones: “¿Cómo voy a prestar dinero a alguien tan loco como para pedir prestado?”.

La burbuja inmobiliaria fue impulsada, desde luego, por la prolongada política de bajos tipos de interés que mantuvo la Reserva Federal tras la recesión de 2001. Jugaron ahí dos factores: por un lado, la excesiva confianza de Alan Greenspan en la capacidad de los mercados financieros en estabilizarse por sí solos -un error que él mismo ha reconocido públicamente-; por otro, la reticencia de la Reserva Federal a provocar, de forma deliberada, el estallido controlado de la burbuja, en vez de dejar que siguiera creciendo y estallara por sí sola. Pero también el Congreso americano colaboró a que se fraguara la crisis subprime, porque empujó a las agencias Fannie Mae y Freddie Mac a que ampliaran sus operaciones a préstamos hipotecarios de esa naturaleza.

El crecimiento de los mercados financieros durante los últimos años ha sido desorbitado. Una cifra lo ilustra: el importe vivo de uno de los muchos instrumentos derivados –los “credit default swaps” (CDS)– se calcula que asciende a 55 billones de dólares, es decir, casi 4 veces el PIB de Estados Unidos (que es de 14 billones de dólares), más que todo el stock de capital físico de la economía americana (que se estima entre 40 y 60 billones de dólares). Los manuales dicen que la función de sistema financiero es intermediar entre ahorradores e inversores, y distribuir los riesgos inherentes a la actividad económica. Pero para eso no hace falta un mercado de CDS tan descomunal.

En la práctica, el sistema financiero no ha servido para distribuir eficientemente riesgos, sino que ha creado riesgos, de forma oculta y al margen de toda regulación. La ingeniería financiera ha inventado instrumentos útiles –como la “titulización”–, pero se ha servido de ellos para transmitir riesgos a agentes e inversores que no eran conscientes de ello o no sabían gestionarlos.En el futuro tendremos que proteger mejor la economía real de los excesos del sector financiero.

¿Qué opina de la política que está siguiendo su antiguo alumno, Bernanke?

La Reserva Federal ha reducido prácticamente a cero el tipo de interés, ha venido inyectando liquidez de forma masiva y está comprando activos que en circunstancias normales ningún Banco Central compraría. Está siendo una política valiente: parafraseando el título de un episodio de la serie Star Trek (Where no man has gone before), Ben Bernanke y la Reserva Federal están prestando "a quien nunca se prestó antes". Son medidas excepcionales y entrañan cierto riesgo. Pero pensemos que cuando llegue la recuperación, muchos de esos activos aumentarán de valores, y puede que las operaciones no ocasionen ninguna pérdida.

El problema con la política monetaria es que, por expansiva que sea, es insuficiente para frenar una recesión grave y profunda. Como decíamos antes, usarla como instrumento exclusivo para salir de una recesión es como empujar con un hilo (pushing on a string).

¿Le preocupa que esa expansión monetaria cuantitativa termine provocando inflación?

La Reserva Federal deberá retirar con rapidez el exceso de liquidez que ahora está generando. No será una tarea fácil, pero será esencial para evitar tensiones inflacionistas. Sé que otro antiguo alumno mío, Ken Rogoff, y otros economistas han afirmado que una inflación moderada ayudará en el futuro a reducir el valor real de las deudas y a facilitar el ajuste. Pero no creo que sea ése el camino a seguir.

El aumento de los déficit públicos y las operaciones de capitalización de instituciones financieras obligarán a grandes emisiones de Deuda Pública, lo que ha despertado temores sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas.

¿Qué opina de esos temores?

En materia fiscal siempre he sido enemigo de los déficit y me han considerado un halcón fiscal (deficit hawk). En su día defendí, sin éxito, que la Administración Bush mantuviera el superávit presupuestario de la etapa Clinton y lo dedicara a reducir el nivel de Deuda Pública.

Pero ahora hay que estimular la demanda, y los impulsos fiscales son la única solución. No es el momento de cautelas excesivas. Lo que más deteriora las finanzas públicas son las recesiones prolongadas. Lo importante será evitar que los déficit se vuelvan crónicos. Sé que es difícil convencer a la gente diciendo que, aunque ahora tengamos mucho déficit, el día de mañana los eliminaremos: también cuando piden una copa los alcohólicos prometen a veces que será la última. En materia fiscal habrá que actuar con mucha firmeza y decisión más adelante, lo que exigirá probablemente subir impuestos. Pero ahora no es el momento.

El pasado noviembre el G-20 trató de coordinar los esfuerzos nacionales para salir de la crisis y el Fondo Monetario Internacional propuso un estímulo fiscal coordinado.

En el ámbito internacional las recesiones y los programas de estímulo fiscal hacen imprescindible la coordinación entre Estados. Por un lado, las recesiones suelen provocar una espontánea reacción proteccionista, porque todos los políticos se preocupan por el desempleo en su país, y quiere protegerlo aunque sea a costa de empobrecer al país vecino (beggar thy neighbour). Una ilustración es la cláusula “buy American” que se ha introducido en el paquete fiscal en Estados Unidos, que Obama y sus asesores están tratando de eliminar. Por otro lado, las medidas unilaterales de estímulo fiscal pueden provocar una actitud de "gorroneo" (free rider) de aquellos otros países que, sin estimular su propia demanda interna, aspiran a salir de la crisis gracias a un aumento de sus exportaciones. En algún momento Alemania pareció estar adoptando esa actitud.

Para evitar esas dos tentaciones –el proteccionismo y el gorroneo– es necesario que el estímulo fiscal sea global y todos los países lo lleven a cabo de forma simultánea y concertada. Una cuantía del 2% del PIB, como ha propuesto el FMI, me parece razonable. Lo importante es que se adopten con rapidez y carácter universal.

China parece decidida a introducir un gran estímulo fiscal. En el caso de China lo ideal sería también que subieran los salarios, lo que constituiría una alternativa a la apreciación de su moneda, el rinminbi. Pero la ausencia de un mercado de trabajo libre –a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en India– está frenando ese proceso de subida salarial. Lo cual no deja de ser paradójico: la única gran potencia marxista que queda en el mundo parece servirse de un gran “ejército industrial de reserva” para mantener bajo el nivel salarial.

La productividad en EEUU y Europa
Finalmente, ¿a qué atribuye que la productividad en Estados Unidos siga siendo todavía significativamente mayor en Estados Unidos que en la Unión Europea?
Los países de la Unión Europea no han logrado alcanzar los objetivos de crecimiento potencial que se plantearon en la cumbre de Lisboa. Su productividad es un 15% inferior a la de Estados Unidos.

Su crecimiento potencial está en el 1,7% anual, frente al 3% de Estados Unidos.A mi juicio, para cerrar esa brecha de productividad la clave no está ni en la dotación de capital humano ni en la de capital físico, sino más bien en ese tercer factor que, conocido técnicamente como “productividad total de los factores”, mide el gran de progreso técnico y de eficiencia productiva y organizativa.

Para que mejore, los países de la Unión Europea debieran poner énfasis en tres aspectos: suprimir los obstáculos a la creación y restructuración de empresas; fomentar los gastos en I+D, tanto mediante incentivos a las actividades privadas, como mediante la financiación pública en I+D básica (en Física fundamental, por ejemplo); y, finalmente, poner énfasis en la mejora de productividad del sector de los servicios (comercio, servicios financieros…), en vez de centrarse en exclusiva en las ganancias de productividad en el sector manufacturero.

La gran diferencia del nivel de productividad agregada entre Estados Unidos y la Unión Europea está justamente en la “productividad total de los factores” empleados en el sector servicios.

“Ahora la zona euro debe demostrar que la unión monetaria resiste bien épocas adversas”
¿Qué opina desde Estados Unidos sobre la política seguida en la zona euro?
He estado muy pocas veces de acuerdo con Milton Friedman. Una de ellas fue, sin embargo, cuando, en un congreso en Venecia que se celebró hace unos años, coincidimos en que ambos nos habíamos equivocado: aunque habíamos vaticinado que no funcionaría, la realidad parecía estar demostrando lo contrario. Los dos pensábamos que la Unión Europea no es un “área monetaria óptima”, y no veíamos en ella una Hacienda pública común de suficiente tamaño como para que pudiera actuar de estabilizador automático cuando algunos países concretos sufrieran crisis específicas. En Estados Unidos el Presupuesto Federal representa el 20% del PIB, mientras que el de la Unión Europea es insignificante. Pero en sus primeros años el euro funcionó bien, para nuestra propia sorpresa, tal vez porque fueron años de prosperidad y de “buen tiempo”.

Ahora que ha llegado la recesión los países integrados en el euro deberán demostrar que la unión monetaria también resiste bien las épocas adversas y el “mal tiempo”. A mi juicio, eso exigirá crear una política fiscal europea –es decir una Hacienda central–, que hasta ahora apenas ha existido. Por otro lado, las medidas nacionales de estímulo fiscal también parecen bastante tímidas, sobre todo en Alemania, especialmente a la vista de la caída del PIB prevista para este año.

En cuanto a política monetaria, el Banco Central Europeo se mostró demasiado pasivo durante mucho tiempo, tal vez porque, a diferencia de la Reserva Federal, tiene como único objetivo la estabilidad de precios. Pero últimamente ha adoptado una postura más activa y parece haber reconocido el carácter excepcional de la situación.

Dejemos de lado la crisis. ¿Cree que la lucha contra el cambio climático puede provocar un proceso de innovación tecnológica que desate una ‘oleada schumpeteriana’ de inversión que disminuya el coste de ese esfuerzo y, además, estimule el crecimiento económico?

Sí, creo que es posible. La innovación tecnológica en el sector de energías renovables podría ejercer durante los próximos años un papel dinamizador similar al que jugó años atrás la llegada de los ordenadores y las tecnologías de la información y comunicación. El desarrollo de energías limpias puede entrañar, además, necesidades adicionales de inversión. En Estados Unidos, por ejemplo, la red de transporte de electricidad se concibió en una época en la que el grueso de la electricidad se generaban en centrales térmicas, próximas a los yacimientos de carbón: ahora será preciso hacer nuevas inversiones, para adecuar la red al desarrollo de otras fuentes, como la eólica.

“El gasto público debe promoverel crecimiento y no un despilfarro”
¿Está satisfecho con el programa de estímulo fiscal que se está discutiendo actualmente en el Senado americano? ¿Le parece suficiente?

El programa tiene un tamaño adecuado: sus casi 900.000 millones de dólares para un período de dos años equivalen, aproximadamente, a un estímulo anual del 3% del PIB (el PIB americano es de unos 14 billones de dólares). En circunstancias como las actuales, es mejor pecar de exceso (overkill) que de timidez.El programa contiene demasiadas reducciones de impuestos para las empresas. Obama las introdujo para conseguir el apoyo de los Republicanos en el Congreso, pero, paradójicamente, todos votaron en contra de la propuesta. Esas reducciones de impuestos pueden estar justificadas desde el punto de vista de la eficiencia y de estimular el crecimiento a largo plazo: pero la prioridad ahora debe ser estimular con rapidez la demanda y, en especial, el consumo privado.

La reducción de impuestos a las familias e individuos tampoco será muy eficaz, porque la experiencia demuestra que en épocas de crisis las reducciones de impuestos se destinan en gran medida al ahorro. Sólo tienen sentido medidas dirigidas a aquellos que están reduciendo su consumo por falta de liquidez, como serían un aumento de las prestaciones por desempleo o una disminución de impuestos a los trabajadores de menores ingresos.

El aumento del gasto público tendrá un papel esencial. Deberá concentrarse en partidas que no hagan que disminuya el gasto privado. Las transferencias federales a los Estados serán especialmente útiles, porque la falta de ingresos ha obligado a muchos Estados a reducir sus gastos –especialmente en proyectos de infraestructura y en educación–. Los fondos deben utilizarse con rapidez –en dos años, como máximo–, en proyectos y actividades intensivas en empleo. Es verdad que Keynes no descartaba que unos empleados abrieran zanjas y que otros las cerraran, pero lo ideal es que el gasto público promueva el crecimiento a largo plazo y no constituya un despilfarro.

09/02/2009 Manuel Conthe (Expansión)

miércoles, 4 de febrero de 2009

El discobotellón

Os presento una caso real de combinación de diferentes alternativas para un mismo fin (ir de copas) para crear otra nueva. He usado la herramienta de las curvas de valor para su análisis.

Gracias a Iratxe Sáez por su ayuda para darle un toque más académico :-)

Vía El Blog Salmón

lunes, 2 de febrero de 2009

Apuntes sobre los apuntes (V)

Este fin de semana Juanjo Goñi habló de lo poco recomendable de externalizar algo tan fundamental como es la relación con tus clientes. Yo diría que hasta es peligroso, tal como le pasó a Jazztel hace un año, cuando una persona, cansada de recibir llamadas telefónicas para venderle el ADSL de la compañía, colgó al teleoperador que trataba de vendérselo. Éste volvió a insistir, pero la persona, viendo que era un número privado, ni descolgó, por lo que saltó el contestador automático. Y esto es lo que se encontró...


Cómo acabó el episodio sigue aquí. Otra historia, esta ya de ficción, sobre call centers está en este corto dividido en dos partes Call Center Movie (1/2) y (2/2).

Cambiando de tema, cuando habló del cambio de concepto con el robot trepador (en vez de que el ala de avión se desplace por la máquina sea la máquina la que se mueva por el ala) lo asocié a la ocasión en la que escuché como surgió la idea de la Pillcam, una minicámara tragable que sirve para ver la situación gastrointestinal sin necesidad de abrir al paciente. Su inventor fue un israelí ingeniero de misiles que tras una conversación con un médico se dijo “si podemos enviar misiles por el aire, podemos hacerlo por el cuerpo”.

Por si alguien quiere repasarlo tal como nos sugirió Juanjo, aquí está el discurso íntegro de Barack Obama en su toma de posesión, traducido al español.

También se comentó levemente sobre un prototipo de Tekniker en el ámbito de la geolocalización. Hay un producto que se vende desde hace tiempo llamado Navento N-Card que combina tres tecnologías (un GPS, un móvil GPRS y un acelerómetro) en un tamaño un poco más grande que una tarjeta de crédito. No tiene pantalla como un navegador GPS porque no está pensado para saber donde estás, sino donde está el aparato, a través de cualquier móvil u ordenador con acceso a Internet. Permite localizar y ver el movimiento del dispositivo, por lo que es bueno para controlar niños, montañeros, ciclistas, ancianos, discapacitados mentales, vehículos (aunque hay una versión específica para automóviles), paquetes, maletas, etc. Se pueden establecer alarmas vía SMS para cuando se mueva (antirrobo), entre o salga de un área determinada o supere una determinada velocidad. Este análisis de Enrique Dans es de 2007 y el precio actual del servicio de localización oscila entre 9 y 35 euros, según las prestaciones contratadas. El negocio está en el servicio mensual de localización (ingreso recurrente). Este año han incorporado una variante de dispositivo con un botón SOS con servicio de teleasistencia.

Finalmente, el documento que firmamos establecía las condiciones de la licencia Creative Commons de su documentación, que en ese caso es la de Reconocimiento (By). Cada vez más contenidos se distribuyen bajo esas licencias, y es una oportunidad interesante para los negocios, porque entre la posibilidad de que otros escojan vuestros contenidos entre varios, el sello de CC elimina la incertidumbre, tan sólo insertando una simple referencia, de que estén haciendo algo ilegal. Tenéis más información sobre las diferentes licencias en Creative Commons España.