Una vez confirmado como presidente electo de los Estados Unidos, el reto de Barack Obama será la inevitable decepción que sigue a unas ilusiones excesivas. Los medios y su campaña han presentado al candidato casi como un nuevo mesías, con una popularidad increíble a nivel mundial, mayor incluso que en su propio país. Los hechos nos mostrarán cómo Obama tendrá que bajar a lo concreto, tomar decisiones difíciles en las que se deben ponderar los diversos factores, ver pros y contras y por narices, decepcionar a muchos que le apoyaron pensando en una revolución.
Desde luego su elección es revolucionaria, y su espíritu conciliador es muy necesario en un país crispado, en riesgo que quiebra y muy impopular en el extranjero. Pero la imagen que se tiene en Europa de Obama como un izquierdista es falsa. Más bien es de centro europeo, aunque eso en EEUU basta para que te llamen "socialista" en el sentido marxista del término. Los europeos iremos decepcionándonos cuando veamos que no suspende la pena de muerte (es partidario, incluso en casos no de asesinato como es el de la violación de menores), se alinee con Israel (defiende Jerusalén como su "capital indivisible"), envíe más tropas a Afganistán y pida a los europeos que hagan lo mismo (es posible que España sea uno de ellos), recurra al proteccionismo comercial para defender a los obreros y agricultores estadounidenses, se posicione en contra de los matrimonios homosexuales, etc.
De todas formas su entrada en la Casa Blanca supondrá un aire fresco que mejorará de forma muy importante la situación que hereda. Solamente por su juventud, su forma de hacer política y sus compromisos electorales (sanidad, energía, medioambiente, etc.) estoy seguro de que será un buen presidente.
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