En el máster hemos visto la mente "maquinista" de Henry Ford, tanto en su organización del trabajo como en su curiosa forma de ver las preferencias del cliente ("El cliente puede tener su automóvil del color que desee, siempre y cuando desee que sea negro"). En la década de los 20 Henry Ford tuvo la idea de romper el dominio europeo en la industria del caucho creando un micromundo a su medida en el corazón de la Amazonia. Se llamó Fordlandia (seguido por otro intento llamado Belterra) y es una lección colosal de cómo no saber adapatarse al entorno, a pesar de invertir la fabulosa cifra de 20 millones de dólares de la época.
Ford intentó crear una ciudad, suburbios, fábricas y plantaciones al estilo del fordismo social genuinamente estadounidense. Aparte de no tener en cuenta las características del lugar (malaria, naturaleza salvaje, inadecuado método de plantación, plagas), la incorporación de elementos como las ventanas, los zapatos o los cuartos de baño se mostraron como inútiles cuando no contraproducentes. Además, un horario de 6 AM a 3 PM, adecuado para un clima como el nuestro, era totalmente inadecuado para la selva. Como puntilla, la decisión de prohibir el alcohol acabó provocando revueltas y abandonos. En la década de los 40 el proyecto se abandonó definitivamente, quedando como una utopía fordista.
Aún se pueden visitar esas abandonadas ciudades "american style" en la jungla: piscinas, campo de golf, club de jazz, aceras, casas bifamiliares... un delirio amazónico en medio de la nada.
1 comentario:
¡Excelente Carlos! Todo un icono de la emrpesa jurásica: ya no basta con vivir para la empresa.... sino que hay que vivir en la emprsa
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